jueves, 10 de marzo de 2011

Saliendo de las tinieblas: Cap. 1

Alguien nuevo (parte 1)

  -¡No, no!- me desperté nuevamente con lagrimas en los ojos, debido a mis dos pesadillas constantes. Volteé a ver el reloj apenas eran la 5:30 hoy no tenia escuela, era domingo. De pronto sentí esa presencia tan familiar a mi lado.
   -Ya todo esta bien, no te preocupes, solo era una pesadilla- dijo la voz en mi cabeza.
   -No, no solo es una pesadilla- dije todavía con lágrimas en los ojos.
  -Hasta cuando vas a superar la muerte de tu abuela, mira que ella estaría muy triste si te viera así.
  -No es eso- dije secándome las lagrimas de mis  ojos.
  -Entonces es por tu padre, el te abandono no merece  tus lagrimas.
  -No es eso, es otra cosa, es…
  -¿Es que? ¿Por qué no me lo dices? Ya estoy harto de que eso te haga daño, llevas casi nueve años con esas pesadillas, y nunca me has querido decir. Por favor…
  -Tú no lo entiendes, nadie me puede ayudar.
  -¿No crees que ya es tiempo de superarlo y seguir con tu vida?
  - No puedo, ¿que no entiendes que no tengo una vida con la que seguir? Mi vida esta hecha pedazos.
  -Solo porque tú quieres, no haces nada para dejar eso atrás.
  -¿Cómo puedes decir eso? Yo no escogí esto.
  -Lo digo porque me importas y porque me duele verte así.
  -Pues eres el único y solo eres una voz en mi cabeza, no es como si fueras real.
  -Se acabo, ya estoy harto de esto- dijo esto con ¿furia?
  -¿Qué quieres decir con eso? ¿Tú también me abandonas?
  -Ya lo veras- dicho esto deje de sentirlo; entonces una mayor tristeza se apodero de mi y las lagrimas comenzaron a brotar de nuevo de mis ojos.
  -¡No puede dejarme eres lo único que tengo! Se que las personas normales por salud mental no quieren escuchar voces en su cabeza, ¡pero yo no soy normal!  Yo te necesito en mi cabeza para mantener la poca paz que me queda.- pero no hubo respuesta.

  Llore y llore a más no poder, hasta que el reloj dio las 4 de la tarde, aun así me costo mucho trabajo dejar de llorar, pero a pesar de mi tristeza decidí levantarme e ir a dar un paseo al parque que desde niña visitaba junto con mi abuelita Esme. Busque en mi closet primero mi ropa interior que consistía en unos boxers negros y un sostén negro (toda mi ropa interior  negra, toda mi vida llevare luto aunque sea en mi ropa interior) y luego busque  de ropa normal unos Levis de mezclilla, mis Bans negros, una blusa de manga larga negra, un suéter gris como tres tallas mas grande que las mías, y me metí a bañar. Al salir me cambie, me recogí totalmente el cabello, me puse mi tan usado gorro; para cubrirme mi tan llamativa melena pelirroja ¿Por qué no pude tener un color normal de cabello? ¿Castaño quizá?, y por ultimo me puse mis Ray Bans.
  Al bajar a la planta baja con dirección a la salida María una de las empleadas de la casa me intercepto.
  -Buenos días señorita Edén. ¿Desea que le sirva su comida?
  -Buenos días María, ¿Cuántas veces te eh dicho que me digas solo Ed?
  -Muchas pero aun así no puedo, eso seria una falta de educación por mi parte.
  -Hay María ¿es que acaso algún día cambiaras? Bueno cambiando de tema no tengo hambre así que no voy comer, pienso salir a dar una vuelta.
  -Pero señorita tampoco desayuno, no es bueno que se mal pase tanto, se podría enfermar de gravedad, y que Dios no lo quiera así- dijo esto ultimo persignándose.
  -Ah María a veces pienso que eres la única que se preocupa por mi, y descuida no me va a pasar nada- debido a mi condición de bruja y las brujas somos inmortales no es como si pudiera morir de hambre, tener hambre solo me debilita, tampoco es que pueda morir de otra forma que yo conozca, eso lo eh aprendido por experiencia propia en mis muchos intentos de suicidio.
  -Aun si…
  -Aun así nada- la interrumpí- adiós María nos vemos al rato- ella iba replicar de nuevo pero yo no le di tiempo y me fui directo a la puerta.
  Como el parque estaba solo a cinco cuadras decidí ir caminando. Al llegar de inmediato fui a mi sección favorita desde que tengo memoria, era ahí donde yo hacia el baile de las hojas para mi abuela; cuando ella vivía y cuando aun tenia mis poderes. Busque mi árbol, ese que únicamente compartía con mi abuelita Esme, me senté a su lado, y me quite mis lentes y mi gorro; en el ella había tallado para mi un Siempre estaré contigo, aun lo recuerdo como si hubiera sido ayer.
  Ese día mí abuelita Esme y yo habíamos salido de paseo por el parque, cuando nos encontramos con ese hermoso árbol, entonces a mi abuelita Esme se le ocurrió poner ese recuerdo. Primero no sabía lo que estaba haciendo hasta que se lo pregunte.
  -Abuelita ¿Qué estas haciendo con ese árbol?- dije inocentemente.
  -Estoy poniendo un recuerdo para nosotras.
  -¿Qué es lo que dices?- pregunte curiosa.
  -Dice “Siempre estaré contigo”.
  -¿Lo prometes?
  -Lo prometo
  -¡Que bien!- grite emocionada- siempre estaremos juntas. Esto es para ti- entonces comencé a bailar y las hojas comenzaron a elevarse debido a mis poderes.
  -Eso mi niña baila, se feliz, se feliz siempre, que yo lo seré también- y así estuvimos toda la tarde hasta que hizo de noche.
  -¿Volveremos aquí abuelita?
  -Si querida, desde hoy este será nuestro lugar secreto y siempre nos escaparemos de casa para venir aquí y para verte hacer ese baile de las hojas- entonces se agacho me dio un beso en la frente- vamos- Y desde ese día no hubo un día en el que nos escapáramos para ir a nuestro lugar secreto, hasta que ella murió.
  Que ilusa fui al pensar que eso siempre iba a ser así, de pronto sentí algo húmedo caer por mis mejillas, claro que otra cosa podían ser si no lagrimas de la perdida y de dolor que siempre existían en mi corazón.
  -¿Por qué me mentiste?, dijiste que siempre estarías conmigo, lo prometiste, ¿por que no lo cumpliste?- dije gritando tratando de sacar un poco de mi dolor.
  -Se suponía que siempre seriamos solo tú y yo, como siempre había sido, pero no, tú me abandonaste y desde entonces mi vida se ha ido desbaratando poco a poco, y no existe alegría alguna en mi corazón- de ahí en mas ya no pude decir nada mas, un nudo se apodero de mi garganta y lo único que podía hacer era llorar.
  De pronto escuche un ruido muy cerca, me gire para buscar de donde provenía y al hacerlo me di cuenta de que un joven de tez pálida; de cabello negro, corto, lacio y despeinado; con grandes y hermosos ojos grises enmarcados con grandes pestañas negras; de nariz afilada pero hermosa, con su rostro de facciones fuertes pero simétricas; con labios delgados; muy alto; con hombros anchos, estrechas caderas y piernas largas; y a pesar de su ropa todo su cuerpo aparentaba estar perfectamente esculpido. Es muy guapo… ¡pero que estas diciendo Edén el es hombre y tú odias a los hombres, todos son malvados y desagradables!
  -¿Quién eres tu?- dije esto parándome rápidamente-¿Cuánto tiempo llevas…? ¿a caso tu me escuchaste…?- ¡o no! caí en la cuenta de que no traía mis lentes ni mi gorro, y que solo estábamos el y yo en ese lugar, entonces un estremecimiento recorrió todo mi cuerpo y me abrace a mi misma.
  -Descuida no te voy a hacer daño no tienes porque ponerte así- Por Dios esa voz, entonces mi corazón comenzó a latir como loco, cálmate Edén esa voz no es la voz en tu cabeza, es imposible que lo sea solo se parecen mucho, eso es todo eso pareció relajarme, rápidamente me puse a la defensiva.
  -No has contestado- dije impaciente.
  -Primero que nada hola, mi nombre es Jean-Poul y me acabo de mudar a este vecindario, y descuida acabo de llegar, hablando de eso se puede saber ¿Por qué una joven tan linda como tu esta aquí sola llorando?- dijo dándome una gran sonrisa que me dejo ver dientes muy blancos y perfectamente parejos.
  -Eso no es asunto tuyo- suficiente este joven a pesar de ser tener la voz mas hermosa del mundo, mi voz,  era muy metiche, luego me agache a juntar mis lentes y mi gorro, me los puse, y luego proseguí a alejarme de el.
  -Oye pero no te puedes ir así.
  -O si que puedo, mira como lo hago- y luego comencé a correr, no me detuve hasta que llegue a la puerta de mi casa, al pasar por el recibidor me tope con María.
  -Ahora si desea comer algo señorita.
  -No María no tengo nada de hambre, de hecho no me apetece  cenar.
  -Pero…- no la deje terminar subí corriendo las escaleras y me fui directo a mi cuarto. Estando ahí rápidamente le puse el seguro a mi puerta, me quite mis lentes, mi gorro y mi suéter; y como siempre que estaba sola me solté el cabello, en realidad nunca me había gustado llevar el pelo recogido.
  Genial la voz en mi cabeza decide abandonarme y el mismo día me entero de que  tiene un clon.
  De pronto me dieron unas ganas inmensas de tocar mi piano; el piano que con tanto amor me había comprado mi abuelita Esme y en el que siempre tocábamos juntas,  entonces me dirigí rápido a la esquina donde este estaba, me senté en el banquillo y levante la tapa. En cuanto comencé a tocar una nueva melodía apareció, pero esta no era como las demás que eran tristes y sombrías, era una melodía diferente pero al mismo tiempo sonaba como las melodías que tocaba antes de que mi vida fuera lo que era ahora, esta estaba cargada con un sentimiento nuevo pero a la vez ya experimentado que me hizo sentir bien, pero como toda cosa buena al momento de terminar la melodía ese sentimiento desapareció dejándome otra vez triste, vacía, desolada.
  Me pare, luego me acosté en mi cama boca abajo con mi cara contra mis almohadas y de inmediato comencé a llorar y a sollozar de nuevo, ahora si que me encontraba sola, sola con este dolor que me carcomía día a día. Y así debieron de pasar horas por que cuando levante mi cabeza para ver el reloj este dio las 10:30 de la noche.
  Rápidamente me levante y como cosa habitual salí a mi balcón y me senté en mi banco favorito a ver el cielo estrellado, siempre me había gustado verlo, hoy había luna nueva y el cielo estaba completamente estrellado. Y así pase como una hora hasta que decidí ir a dormir. Al entrar de nuevo a mi cuarto cerré muy bien la puerta corrediza, cerré las cortinas, me quite la ropa hasta quedar en ropa interior, me acosté en mi cama y deje que la inconciencia me llenara esperando siempre los peores sueños....

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